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Más allá del violeta
A la sucesión de colores que resulta de la descomposición de la luz se le denomina espectro. El
mismo Newton le dio ese nombre (Spectrum, en latín). Con el tiempo se descubrió que, así como
hay ondas de sonido que no podemos oír (infrasonido y ultrasonido), hay también ondas de luz
que nuestros ojos no pueden captar. El ojo humano es sensible sólo a ondas luminosas de
frecuencias entre 400 y 750 millones de millones de hertz, que corresponde a la luz de color rojo
profundo y a la luz color violeta, respectivamente. La luz de frecuencias un poco inferiores a los
400 millones de millones de hertz se llama luz infrarroja y la de frecuencias un poco mayores de
750 millones de millones de hertz se llama luz ultravioleta. Además, hay ondas de frecuencias aún
mayores que las infrarrojas o de frecuencia mayor que las ultravioleta. Todas las ondas
electromagnéticas constituyen lo que se conoce como el espectro electromagnético.
En cuanto Herschel estableció que el espectro no termina en el color rojo, por el lado de las ondas
"largas", los físicos empezaron a investigar si ocurriría lo mismo en el otro extremo, es decir, en el
violeta. Tanto empeño puso que sólo un año más tarde, en 1801, el físico alemán Wilhelm Ritter
descubriría la luz ultravioleta, esto es, onda electromagnética cuyas longitudes de onda eran
menores que la luz violeta. Es interesante mencionar que el mismo procedimiento que empleó
Ritter para detectar la luz ultravioleta habría de ser la base, pocos años después, de otro gran
descubrimiento: la fotografía. Ritter detectó la luz ultravioleta por el ennegrecimiento que produce
en una sustancia química llamada cloruro de plata, y las primeras imágenes fotográficas se
obtuvieron, también, ennegreciendo cloruro de plata con la luz procedente del objeto
fotografiado.
Las ondas ultravioletas son, desde luego, invisibles para nosotros, aunque algunos animales, como
las abejas, sí las pueden ver. Pero tienen un papel importante en nuestras vidas. En pequeñas
cantidades estimulan el crecimiento de las plantas, la elaboración de vitamina D en nuestro
organismo y causan el atractivo bronceado de la piel; pero en grandes cantidades son mortales.
Por cierto que el sol produce radiación ultravioleta en cantidad más que suficiente para hacer
desaparecer la vida de la faz de la tierra. Si estamos aquí es gracias a que nuestra atmósfera la
absorbe casi por completo.
Las ondas ultravioletas tienen longitudes de onda de unos cuantos décimos de millones de
centímetros. Pero hay ondas aún más pequeñas. Las que son menores que las ultravioleta pero
mayores que un millonésimo de centímetro, se llaman rayos x; y las aún menores se conocen como
rayos gamma.