Las esporas y las semillas tienen un 10% de agua debido a su estructura especializada que les permite resistir condiciones adversas y mantener su viabilidad. En el caso del cerebro humano, que contiene un 86% de agua, esto se debe a que el agua es fundamental para el correcto funcionamiento de este órgano, ya que actúa como un medio de transporte para nutrientes, elimina desechos y ayuda en la comunicación entre células cerebrales.
Un ejemplo de un órgano que tiene un bajo contenido de agua es el hueso. El hueso contiene alrededor de un 31% de agua, lo cual es considerablemente menor en comparación con el cerebro. Esta baja cantidad de agua en los huesos se debe a su estructura rígida y mineralizada, la cual proporciona soporte y protección al cuerpo.